martes, 17 de agosto de 2010

The good wife: Un retrato veraz y genuino del Estados Unidos actual

Una serie norteamericana terminó su reciente primera temporada con 23 capítulos y una notable capacidad de retratar el espíritu de Norte (América) de su pueblo, sus preocupaciones y su alma.
Se llama The Good Wife y esta buena esposa es –simplemente- la mujer de un político (en rigor, un funcionario judicial pero que compite por su cargo en elecciones) que descubre no sólo que su marido le es infiel sino que pagó mucho dinero para contratar una call girl y del día a la mañana no sólo pierde el cargo (él), sino que los demás integrantes de la familia (la mujer y dos hijos adolescentes) deberán abandonar el barrio lujoso en que viven y mudarse a un departamento pequeño. Todo esto con el cambio de amistades, de barrio y de escuelas para los hijos.
Ella vuelve a ejercer la abogacía -por un viejo conocido de la Facultad- que la deja entrar como una asociada junior en su bufete. El problema es que todo se da en un país en crisis: hay desempleo y en el propio estudio jurídico hay despidos.
Y después la trama, claro está.
Tiene esa noble virtud de un argumento corto (el del capítulo) y uno largo que arranca en la primera escena del piloto y finaliza con la últimísima escena del capítulo 23.
Y dos hallazgos más
Ya se sabe que es una serie sobre abogados y la justicia y que de esas, hay varias en EEUU.
Pero los guionistas dieron una vuelta: no se trata solamente sobre “delitos penales” (no es sobre muertes, huesos, ADN de fallecidos o manchas de sangre). Acá se recorre “todo el espinel de temas”: desde un divorcio de un músico de rock que tiene 50 millones de dólares en su cuenta, hasta el caso de una madre que quiere operar al hijo que lleva en su vientre de una cardiopatía y la obra social no quiere cubrirla pasando por los regímenes del Sabat judío que impiden hacer algo por los demás hasta llegar a los choferes de un tren que fallecen en un accidente de trabajo y la empresa no quiere pagar nada a las viudas.
En una palabra: fuero universal.
Y el segundo hallazgo: En un momento dramático de la serie una de las protagonistas dice claramente: “No estamos para hacer justicia. Estamos para que gane nuestro cliente. Si después, igualmente, se hace justicia, bienvenido sea”.
No hay buenos-buenos ni malos-malos.
La gente se parece más a la mayoría. Con altas y bajas.
Juliana Margullies pone el cuerpo a esta buena esposa que dan ganas de apoyar y esperar que todo vaya bien. Notable. Y recomendable, claro está.

lunes, 9 de agosto de 2010

Atrápalo, que puedes... la historia de Frank Abagnale Junior

Cuando fue 'piloto' de PanAm
Frank Abagnale Junior tuvo un par de padres especiales como lo fue su propia vida en una edad en que la mayoría se dedica a hacer algún deporte, mirar TV, escuchar música y tratar de conquistar chicas.
Él nació en 1948 y su padre formó parte del ejército liberador norteamericano que llegó a Francia a finales de la II Guerra Mundial. En un pueblito perdido galo 200 de estos muchachos observaron bailar a una bellísima campesina. Los 200 quisieron tener el amor de esa muchacha. Sólo el padre de Frank lo logró. Tres años después nacía el protagonista de una historia increíble.
Frank Junior se las ingenió para hacerse pasar por piloto de PanAm (copiloto, en rigor), médico de un hospital y abogado que trabajó en la oficina del Fiscal de Lousiana… ¡antes de los 18 años!
Para los que piensan en el realismo mágico como un sino de Sudamérica sólo les pido que se tomen dos horas y 20 minutos para ver Atrápame si puedes, la notable película de Steven Spielberg donde se reconstruye buena parte de esos intensos años de vida de uno de los mayores falsificadores que tuvo EEUU y que llegó a vaciar las cuentas no sólo en su país de origen sino en un puñado de naciones europeas.
Cuando vuelve deportado desde Suiza a su país como preso logra una fuga desde el avión que lo trae de manera notable (eso se ve en la película).
¿De qué fue capaz? Resumamos. Simuló –con mucho éxito- ser piloto de PanAm, TWA, Air France; ser médico de la UCLA y fue jefe de residentes en un hospital, simuló ser doctor de Sociología y enseñó un semestre en la universidad de Utah y ser abogado de Harvard.
Los actores –así como Spielberg, un director que nunca me defraudó cada vez que me senté ante una pantalla a ver algo que salía de sus manos- están sensacionales. Un Leo Di Caprio que se luce hasta el extremo con su Frank Junior así como un Tom Hanks como el agente del FBI que quiere capturarlo.
Tirar más datos puede resultar un virtual “spoiler” de lo que contiene la película.
Sólo resta agregar que Frank Jr vive hoy y que “se pasó al lado de los buenos” pero que esto no figura básicamente en la película.
Atrápame si puedes constituye una de esas pequeñas maravillas: la vida de una persona (o de dos, según se mire) puede transformarse en una pequeña obra de arte, o de al menos, una orfebrería fina trabajada con el cincel de un maravilloso realizador que supo plasmar el arte del siglo XX: Steven Spielberg.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Las maravillas del amigo Larralde: “Cuando el hombre anda en la mala, pisa caca y se resbala...

¿Un subtítulo?


“Cuando el hombre anda en la mala, pisa caca y se resbala, pisa en lo seco y también”.



La poesía gauchesca tiene esas cosas. La admiración de Jorge Luis Borges (cuando era el gaucho que escribía y no alguien que escribía sobre gauchos). Pero José Larralde es un capítulo aparte.

Dentro de su extensa obra, Cimarrón y tabaco, una “ópera folk”, una pequeña maravilla de un gaucho que deja el campo, va a la ciudad, (sobre)vive en una villa miseria y vuelve a su ámbito rural constituye una pequeña maravilla. Incluye además esas pequeñas grandes salidas de las que sólo Larralde es capaz.

Dentro de un género como el folclórico –pobre hasta el dolor en su lírica- este rudo (pero no rústico) habitante del Sur argentino pega unos bofetones de poesía y dice lo suyo. Espero que lo disfrute y le dejo algunos versos que me “matan”.



“percherón pa cualquier pique, ladero en cualquier pantano,

amigo, padre y hermano, peón mensual o peón por día,

y por si no lo sabían me anda sobrando una mano”,




“Me hice amigo del peón, de sus quehaceres,  de su amor, de su pena y su alegría,
Me entreveré en el humo de fogones, en el guiso de oveja frito a sebo,
medianoche de tambos y alpargatas, je! camperita de algodón que todavía debo,
Me recibí de perro diplomau (…) al primer empujón mostré el colmillo, no por malo, sino de prevenido,
soy perro que no duerme bajo del catre de alcahuete, de patrones ni caudillos”.



Alguna vez yo también anduve desorientau, (…) reparando lluvias, vientos,o en algún embarcadero,
no faltó algún compañero para hacer dúo de lamento, cosas que tiene la vida cuando el hombre anda en la mala, pisa caca y se resbala, pisa en lo seco y también”.

Acá va el poema completo que dura 24 minutos en el disco y bien valen la pena conseguirlo. Espero que les guste…!!!


CIMARRON Y TABACO


Entre un espejo de cielo y de rocío se me junto la noche y la mañana, mientras el sauce derramaba un llanto tamizaba sombra y luz sobre las ramas, algún rubí de brasa en las cenizas se biseló candente en un soplido,
y mi negra pavita hecho un bufido como pa darle al mate una paliza.

Una lechuza se asomó chismosa mientras un tero me lleno de gritos, 
eché un pial con el lazo del recuerdo y lo clavé de guampas al tiempo y sus caprichos;
se me arrimó el zorrino maloliente de algún amor tal vez o algún amigo,
de esos que suebran cuando todo suebra, de esos que faltan cuando uno ha perdido,
se me arrimó el recuerdo de una boca de algún beso tal vez o de un castigo.
pero también se me arrimo la boca de mi vieja guitarra en un alivio.
Se me junto la noche y la mañana sin darme cuenta que dormía en un sueño,
engarrotau de fríos y distancias cabresteando una vida sin empeño,
me asosegué de nada en un cansancio de cimarrones largos y tabaco,
masticando la rabia de un destino que nunca me llegaba hasta los labios,
me dio mucha vergüenza de ser mucho y muy poca me dio de ser muy poco,
tal vez me equivoqué, tal vez fui un loco que encerrado en tal veces muy ducho.

Si alguna vez me tuve un poco e pena, he estau tan solo, tan solo con mis huesos que conversaba con mis propias mentes, palabras que no caían del pescuezo, se me atoró un insulto en el garguero sin saber ni por que ni pa’donde iba, aburrido, tal vez fui compañero de mi misma esperanza envejecida.

Fui terco a lo mejor, así es la vida. Uno por lerdo otros por seguirla, se amontonan los años en el lomo esperando que mañana se otro día. Se me junto la noche y la mañana, cimarrón y tabaco en la saliva,
un palito de sauce entre los dedos y un rubí de silencio en las cenizas. Sin saber ni porque salí al galope pa suco y seguidor de mi encordada, capricho de sentir en la madera el brote de una triste copla pampa,
Sin saber ni porque dejé la cara como una nazarena el sol clavó mis ojos, un sudor de vergüenza me empapaba y un pedazo de adentro echó un corcovo,
la pucha que he sentido temblederas y chuzazos de frío a la espinazo,
cantidades tremendas de desgracias encontré desde entonces a cada paso,
me hice amigo del peón, de sus quehaceres, de su amor, de su pena y su alegría,
caminé muchas leguas aprendiendo lo que antes miraba y no veía,
me entreveré en el humo de fogones, en el guiso de oveja frito a cebo,
medianoche de tambos y alpargatas, je! camperita de algodón que todavía debo,
me recibí de perro diplomau, sin cansancio ni techo ni domingo,
eso sí, no soporté cadenas ni collares de criollos ni de gringos,
al primer empujón mostré el colmillo, no por malo, sino de prevenido,
soy perro que no duerme bajo del catre de alcahuete, de patrones ni caudillo.

Alguna vez yo también anduve desorientau,
como cachorro mojado sin saber ni quien es quien,
supe hacer en un andén mi mejor departamento,
reparando lluvias, vientos,o en algún embarcadero,
no faltó algún compañero para hacer dúo de lamento,
cosas que tiene la vida cuando el hombre anda en la mala,
pisa caca y se resbala, pisa en lo seco y también.
El infierno y el edén, je! en un suspiro se exhala;
suspiros que encierran todo: sumisión y rebeldía,
recuerdos de algarabía, tiempos malos y mejores,
y a los primeros albores meta pata por la vía.
Con rumbo a cualquier lugar con un silbo entre los dientes,
con un mono tan prudente que apenas lleva una muda,
y una marcha tartamuda entre durmiente y durmiente,
la esperanza de encontrar cerca del riel un molino,
pa refrescar el camino y pa yerbear si es que hay yerba,
hasta el más manso se enerva con semejante destino.
Y al fin ?que vengo a buscar?: trabajo honrao y decente,
gorra en mano y muy sonriente pa reflejar simpatía,
y otra noche y otro día sin probar algo caliente.

Pal pobre siempre el camino tiene sombras en invierno,
yo lo anoté en el cuaderno de mi archivo más sincero,
y por más que exista enero el julio siempre es más lerdo,
por eso el hombre termina recurriendo a la ciudad,
sabiendo que deja atrás, "Tapera", el pago querido,
se encuentra solo y perdido sin saber pa donde agarrar;
desde que pisa el andén repleto de palomitas,
el pobre ya se palpita que llegó la solución,
trabajo, pan y un montón de ilusiones se dan cita,
después viene la maroma de lo primero en hacer,
hay un amigo que ver que vive en villa palito,
si le sobra un lugarcito me quedo a vivir con él,
todo se debe prever pa hacer que se haga sencillo,
calle, número, portillo y un amigo a las patadas,
en una pieza alquilada al fono de un conventillo,
nadie me puede negar que uno se amarga un poquito.
Todo lo que era bonito adentro de la cabeza, medio se vuelve tristeza
y dentra a volar bajito,
cuando uno trae unos pesos más o menos se soporta,
mita y mita con la torta hasta que acaba el caudal,
cada cual es cada cual que se estira o que se corta.
O me busco otra pocilga o tengo que andar a palo,
nadie es bueno y nadie malo, todos tienen su razón,
y el agujero del colchón se ríe como a desgano,
me pregunto pa´ donde voy si hace unos días,
dentré en esta romeria como rengo en tiroteo,
pelao y con más paseo que patio e comisaría,
a veces buscar trabajo demanda tiempo y tesón,
horas largas, madrugón, espera, colas, edades,
y las mil calamidades le aguardan al hombre peón,
baqueano se ha de poner el hombre en tal embarazo,
con el diario bajo el brazo y ganas de caminar,
llega a veces a encontrar trabajo, pan o fracaso,
y así va estirando el lazo de su lánguida existencia,
con la infinita impotencia de mejorar su pasar,
a todo puede llegar quien acumula paciencia;
y no hablemos del malambo que causan los acomodos,
a veces codos con codos se observa la manganeta,
viene un ñato con tarjeta y al diablo con los corcovos,
de nada vale el rezongo cuando la mula esta hecha,
por más que el ladero pecha las balas son pal más zonzo,
salmos, plegarias, responsos y granizo en la cosecha.

Se que mucho han de decir que soy un gaucho bocón,
se que el arca del panzón se alimente del de abajo,
también se que desde el cuajo todo lo hace el hombre peón,
a veces a la peonada suelen llamarle empleao,
nombre más jerarquizado que cambia de acuerdo al puesto,
es simplemente un pretexto pero es peón documentado,
nunca falta un infeliz que entoavía cree en reyes magos,
se acojinilla de halagos y así saborea el panqueque,
al cambio le llaman trueque y el trueque te entrueca el pago,
yo que aprendí desde el pozo que el pozo cambia de forma,
tambien me ajuste a las normas normales pa quien no piensa,
y así me meti en la trenzada de servir de plataforma.

Del trampolín de mi espalda muchos saltaron, lo sé,
nunca podré saber la altura que he prestao,
en cambio, me han reprochado el no quedarme de a pie,
pero también me ha tocado y fue mi más puro anhelo,
buscar envión desde el suelo cuando me tocó saltar,
y aunque no aprendí a volar aprendí a mirar el cielo,
cosas que hay que recalcar pa no recalcar el alma,
remedio que da mes calma es gritar lo que se siente,
el miedo del más decente es indecencia con palma,
se nace maula o se aprende? siempre me lo pregunté,
tampoco pude saber la dimensión del vocablo,
y a veces hasta cuando hablo me pregunto ?que seré?,
si alguno pudiera intuir lo profundo del misterio,
desde la idea hasta el fierro se duebla al primer envión,
y hasta el mismo corazón suele ser carne pa perro.



Dentra a agarrar la nostalgia y algún arrepentimiento,
y juro que no le miento si digo que lloré,
pa acostumbrarme tardé calamidades de tiempo,
algunos me han preguntado pa que vine a la ciudad,
dentrandome a aconsejar que el campo tiene futuro,
que allá nadie tiene apuro, que se vive de verdad,
llegando el fin de semana yo me agarro la maleta,
hecho al hombro la escopeta y dentro a agarrar pa fuera,
ahí si se vive ande veras no como aca a las gambetas,
me han dicho cosas tan lindas del campo y sus maravillas,
del ganau y de las semillas, del sauzal y los arroyos,
que me hacen sentir un pollo zapateando en la parrilla,
sabedores de escritorio, consejeros del saber,
quisiera poder creer que naciste de tu mama,
con una jerga por cama pa contarme como fue.

Si alguna vez has estado mirando pasar la vida
sin más razón prometida, que poder llegar a viejo,
amontonando consejos dentro de un alma vencida,
me vine pa la ciudad porque se me dio la gana,
si vivo como la rana chapaleando en el bañao,
no es culpa mía cuñao, yo también soy raza humana;
hay una calle famosa que sirve de división,
de este lado hay un montón, del otro lado otros tantos,
de un lado te venden el santo del otro la religión,
cada uno cree en el derecho que menos le perjudique,
cada uno le hace un tabique al otro que tiene al lao,
pero nadie esta librao de que el barro lo salpique,
nunca el hombre tiene poco si le suebra libertad,
pero se debe pensar que la panza tambien cuenta,
porque pa ser osamente no es necesario volar;
se va el hombre de su pago y es muy fácil de entender,
alza hijos y mujer, vende y recao y caballo, perro, gato,
pato, gallo, rancho si supo tener,
se va el hombre de su pago cansado de andar esperando,
que alguno se ande acordando que el también es un paisano,
que tiene dos buenas manos pa no vivir mendigando,
si, seguro que en el poblao no ha de ser todo tan bueno,
pero estar en campo ajeno sin más razón que durar,
termina por reventar hast el genio más sereno,
nadie me puede decir como se extrania el paisaje,
nadie, por mucho coraje pa definir al humano,
puede pensar de un hermano que pertenece al chusmaje,
no hay que andar por los caminos solo tragando distancias,
no es ninguna exuberancia galopiar el país de paso,
si conocer de a pedazos pueblos, obrajes y estancia,
cuando uno tiene guríses en edad de desamarse,
sin tener de donde agarrarse, sin pilcha ni pa cuaderno,
y ni hablar si hay un enfermo y necesita curarse,
y alguna de esas mañanas cuando la escarcha blanquea,
donde hasta el más macho se mea sacudiendo la quijada,
ja! quisiera ver a la piolada de los que charlan de afuera,
suele mezclarnos la vida en mil embrollos distintos,
a veces manda el instinto, a veces la educación,
y a veces el más chambón nos hace tantear el cinto,
por eso quiero volver a repetir lo ya dicho,
me anda carcomiendo el bicho de la conciencia, parcero,
tal vez el sepulturero me anda escarbando el nicho,
pero en si es mi capricho gritar con todo el gargüero:


Voy a volver pa que sepan que no me he muerto,
que no estoy ni dormido ni mucho menos,
que ni pido clemencia ni doy risueyos,
que pa muchos soy poco y pa pocos suebro,
que pa todo no alcanzo y sin embargo,
cuanto más me acogotan grito más largo,
voy a volver con lo mismo de tantas veces,
entropillando coplas que no son reces,
que ni nacieron pa nada, ni pa callarse,
nacieron pa aguantarse si hay que aguantarse,
coplas que son paridas de muy adentro,
de las amanecidas, de mis encuentros, de mis noches gastadas,
de mis paciencias de los perros que muerden en la concencia,
Me vuelvo pa que sepan que tengo historia,
que martillan el pecho de las memorias,
que se ruempen lo puños contra el olvido,
viscosarco y perfecto, hueco y vacío,
vuelvo al no de los nunca pa hacerlo siempre
y en el si de los todos sentir que sienten,
voy a volver y no es mucho decir que vuelvo,
pero es menos que poco ser poco menos,
Voy a volver pa que tengan los que no tienen,
al menos un recuerdo que los recuerde,
voy a volver pa que sepan que no me he muerto,
que no estoy ni dormido ni mucho menos,
que ni pido clemencia ni doy risueyos,
que pa muchos soy poco y pa poco suebro.

Galopiador sin bajera me aberijé en el camino,
lo que pa poco no alcanza sobró pa ser mi destino,
madrugador de ilusiones me amaniané con el lucero,
el alumbraba de arriba yo echaba sombra en el suelo,
por eso si alguna vez me dio por mascar el freno,
no se si habrá sido bueno, no se si malo habrá sido,
pero se que he conseguido que nadie me muente en pelo,
percherón pa cualquier pique, ladero en cualquier pantano,
amigo, padre y hermano, peón mensual o peón por día,
y por si no lo sabían me anda sobrando una mano,
no desentiendo razones incómodas o urticantes,
de la culata al pescante soy playo y sin barandaje,
y no me resta coraje ni el ortivón ni el lacayo,
conozco desde gurí la palabra honestidad,
si aprendí a mirar pa´ atras, tambien adelante miro,
si soy honesto conmigo no tengo porque temblar,
la verdad agranda al más débil, la duda hablanda al más macho,
la mentira manda al tacho al patrón del acomodo,
y si hay un tiempo pa´ todo hay un dios pa´ cada guacho

lunes, 2 de agosto de 2010

¿Por qué siempre me gustó tanto la historia de Varguitas y Julia?

Varguitas bigotes y Julia
Varguitas y su segunda esposa







En la ocasión en que se cumplieron tres décadas de la llegada del libro donde Mario Vargas Llosa describiera las peripecias que viviera cuando conoció a su primera esposa y los intercalara con una serie de historias de la realidad peruana.
La Tía Julia y el Escribidor es la mayor obra en castellano que existe. A tres décadas de su publicación, vale este reconocimiento a Mario Vargas Llosa pero también a Julia Urquidi Illanes y Pedro Camacho (o Raúl Salmón), los otros sustentos de esa maravilla.
Por qué me gusta tanto, es la pregunta. En rigor se trata de una afirmación. Si bien la literatura ha dotado al mundo de notables creadores, hasta ahora he hallado pocos (no dudo que los haya) que tengan el sentido del humor de Vargas Llosa.
¿Alguien puede imaginarse leer una novela y reirse como si fuera un bobo con unas cuantas copas de vino encima? Imagínelo. Porque es así.
Lo logró con este libro y con Pantaleón y las Visitadoras.
Para los que no lo conocen, no puedo dejar de recomendar su lectura.
He aquí lo que publicara en el diario.
Voy a iniciar con un parafraseo a Groucho Marx: Estos son mis gustos; si no le agradan, tengo otros.
Definitivamente –acabo de finalizar por segunda vez una lectura completa del libro- La tía Julia y el Escribidor es la mejor novela latinoamericana o -con más precisión- en idioma castellano que existe.
Es claro y el lector queda advertido: estos son mis gustos. Quizá más adelante tenga otros.
Pero atenti: se trata de una de esas magníficas novelas que lo llegan a tener todo o casi todo. Un retrato cuasi fotográfico (es posible “ver” los barrios y las gentes del país) del Perú, una maravillosa historia de amor (que “termina bien”, ya le aviso), una escritura que roza los lindes de la perfección y un plus que la eleva hasta los niveles invalorables: tiene –como casi ninguna otra gran novela latinoamericana, excepción tal vez de Isabel Allende- sentido del humor. Un humor quevediano, si se me permite el neologismo.
En estos días se están cumpliendo 30 años de la aparición de esta maravilla que –no puedo hacer otra cosa- recomiendo enfáticamente en la lectura.
Algunos me dirán que el Gabo es mejor. No quisiera entrar en melindrosas comparaciones pero la estructura de La Tía Julia… tiene elementos difíciles de hallar en otras novelas y por ende la hacen difícil de comparar.
Eso sí, hay un arranque, un desarrollo, un clímax y un grand finale, como corresponde, respetando las reglas del género hasta el último detalle.


De qué va la cosa
En las pocas críticas que se le podrían hacer se halla el título de la obra: Con fuerte tono autobiográfico, Vargas Llosa se identifica como “el escribidor”.
En realidad –inferencia cuyas premisas provienen de su propia escritura- el nombre correcto hubiera sido: “La Tía Julia, Varguitas y Pedro Camacho”.
Como con el nombre de la Tía Julia (Urquidi Illanes, una boliviana divorciada cuya hermana estaba casada con un tío paterno de Vargas Llosa) no hay problemas, la dejamos. “Varguitas” es el trato –casi desdeñoso- que recibe el “escribidor” en toda la obra (también le dicen Marito) debido a su relativa juventud en comparación con la experiencia de Julia que es diez (¿o más?) años mayor que él.
Y Pedro Camacho es –en realidad- la otra piedra sobre la que se funda esta obra.
¿Quién es Pedro Camacho? En realidad, bajo el nombre de Raúl Salmón era –a mediados de los 50- un prolífico escritor (a la par que actor y director) de los guiones para los radioteatros que apalancaban las personas contra sus radio-receptores durante media hora cada día.
Esos 23 minutos de ficción que –como dicen los protagonistas secundarios en la novela- servían para imaginar otras vidas y fantasear otras realidades. Esas historias -cuya fortaleza estaba asentada tanto en la trama como en los ruidos que debían producir los “sonidistas”, esos factótum que reproducían en la imaginación de los oyentes los sonidos de la calle, los pájaros, la lluvia al caer y miles de etcéteras más- serían barridas de un plumazo pocos años después con la irrupción de la televisión y sus equivalentes telenovelas.
Es decir, estamos ante un momento histórico, además.
Muchos me dirán que el “escribidor” es Camacho. Pero la ambigüedad manifiesta del título me da margen para la sospecha (ver Cómo escribe…)


Disposición
La estructura es relativamente sencilla: alternadamente -en capítulos impares y en primera persona- un joven peruano (Varguitas) cuenta cómo es su vida en la que estudia de abogado por mandato familiar y anhela en convertirse en escritor y vivir en Paris mientras en los capítulos pares van apareciendo personajes y situaciones de lo más insólitas: un médico que asiste al casamiento de su sobrina sólo para descubrir que ella contrajo nupcias de apuro por quedar embarazada no del novio sino de su propio hermano (el de ella, claro está), un sargento de policía que debe eliminar a un polizón africano desnudo llegado al puerto de Callao, un árbitro que de futbol que es el mejor del continente y debe dirigir una final muy difícil, un cantor de ritmos populares que está enamorado de una niña bastarda y encerrada en un convento de Carmelitas descalzas, un desratizador quiere eliminar todos los roedores del mundo por un espantoso suceso de su niñez, un Testigo de Jehová que está dispuesto a cortarse el pene para demostrar su inocencia en una acusación de estupro, un cura católico que domestica el barrio más difícil del Perú mientras publicita a sus pares de religión que la mejor política para evitar caer en las tentaciones del sexto y noveno mandamientos es la masturbación.


Manual de apertura
Ya Jorge Luis Borges se había referido a cuál de los mejores inicios correspondían a un cuento. Algo parecido pasa con La tía Julia….
Vea este arranque: Frases largas y más que bien escritas, sin florituras pero con suficiente sustento como para mantenerse en el vuelo de la literatura permanente. “En ese tiempo remoto, yo era muy joven y vivía con mis abuelos en una quinta de paredes blancas de la calle Ocharán, en Miraflores. Estudiaba en San Marcos, Derecho creo, resignado a ganarme más tarde la vida con una profesión liberal, aunque, en el fondo, me hubiera gustado más llegar a ser un escritor. Tenía un trabajo de título pomposo, sueldo modesto, apropiaciones ilícitas y horario elástico: director de informaciones de Radio Panamericana. Consistía en recortar las noticias interesantes que aparecían en los diarios y maquillarlas un poco para que se leyeran en los boletines”.
Se lo traigo a su vista para que no vuelva a buscarlo: “… un trabajo de título pomposo, sueldo modesto, apropiaciones ilícitas y horario elástico…”. Una maravilla, vea.


Qué más dio La Tía Julia… Mucho más.
De hecho, el final feliz está referido así: “El matrimonio con la tía Julia fue realmente un éxito y duró bastante más de lo que todos los parientes, y hasta ella misma, habían temido, deseado o pronosticado: ocho años. En ese tiempo, gracias a mi obstinación y a su ayuda y entusiasmo, combinados con una buena dosis de buena suerte, otros pronósticos (sueños, apetitos) se hicieron realidad. Habíamos llegado a vivir en París y yo, mal que mal, me había hecho un escritor y publicado algunos libros”.
Sin embargo la propia Urquidi Illanes no quedó conforme con la imagen que de ella habría dado una telenovela que se difundió tiempo después por toda Sudamérica y que la hacían quedar como una come-niños. Y sacó Lo que Varguitas no dijo, una obra casi inhallable.
Lo más interesante, y está referido en el libro, es que la técnica para contar la loca confusión en la que va cayendo el autor de las radionovelas se la aprecia desde adentro: leyendo los guiones de las mismas. El efecto que produce en el lector es increíble.
Cuando Vargas Llosa decide sacar su libro quería llamarlo Vida y Milagros de Pedro Camacho pero se enteró que el hombre no sólo estaba vivo sino que era el alcalde de La Paz.
En la actualidad, Raul Salmón es homenajeado continuamente en su país natal por su prolífica producción para el teatro.
A su manera, el destino les jugó sus pasadas: Vargas Llosa terminó escritor y pretendió la presidencia de Perú. Salmón fue escritor y terminó como jefe comunal de la capital de su país.
Quedan abiertas unas pequeñas dudas (en la novelan ‘se cierran’ genialmente) que develan una animadversión muy fuerte contra los argentinos. No parece ser sólo de Salmón sino que esa mancha infecta termina tocando al propio Vargas Llosa. Pero son detalles mínimos que pueden soslayarse.
Un ejemplo de cómo escribe y por qué es escritor
“… iba pensando en Pedro Camacho ¿Qué medio social, qué encadenamiento de personas, relaciones, problemas, casualidades, hechos, habían producido esa vocación literaria (¿literaria? ¿pero qué, entonces?) que había logrado realizarse, cristalizar en una obra y obtener una audiencia? ¿Cómo se podía ser, de un lado, una parodia de escritor y, al mismo tiempo, el único que, por tiempo consagrado a su oficio y obra realizada, merecía ese nombre en el Perú? ¿Acaso eran escritores esos políticos, esos abogados, esos pedagogos, que detentaban el título de poetas, novelistas, dramaturgos, porque, en breves paréntesis de vidas consagradas en sus cuatro quintas partes a actividades ajenas a la literatura, habían producido una plaquette de versos o una estreñida colección de cuentos?”
“(…) cada vez me resultaba más evidente que lo único que quería ser en la vida era escritor y cada vez, también, me convencía más que la única manera de serlo era entregándose a la literatura de cuerpo y alma. No quería de ningún modo ser un escritor a medias y de a poquitos sino uno de verdad, como ¿quién? Lo más cercano a ese escritor a tiempo completo, obsesionado y apasionado con su vocación que conocía era el radionovelista boliviano: por eso me fascinaba tanto”.
Vida de novela
Mario Vargas Llosa es el escritor peruano más famoso.
Nació en 1936. No supo de su padre hasta los diez años. En 1955 tenía 18 años, estudiaba Derecho y escribía los boletines de una radio. Conoció a una tía política 14 años mayor que él y –contra toda su familia- se casó con ella.
Concretó su sueño de vivir en París en 1959. Y tras ocho años terminó de separarse. Volvió al Perú e inmediatamente se casó con una prima hermana. Con ésta tuvo tres hijos (sin rabo de cerdo). Fue periodista de France Press y visitó mucho el Perú. La mayoría de sus novelas remiten a su país natal, a excepción de La guerra del fin del mundo (una de sus mejores obras) que habla de Antonio Conselheiro un santón brasileño de fines de siglo XIX.
Vivía y enseñaba en Londres cuando la editora catalana Carmen Balcells lo convocó a que sólo escribiera. Y se constituyó en uno de los representantes del boom de la literatura latinoamericana.