lunes, 27 de septiembre de 2010

¡Volvieron los físicos cuánticos más graciosos de la tele!

Ellos son geniales y están de vuelta.
Son los científicos más simpáticos de la TV.
Sheldon Cooper, a la cabeza pero no es el único.
Son los cuatro que conforman junto a Penny -la moza que soñaba con ser actriz- un equipo de maravillosos actores de The Big Bang Theory,
Wolowitz utiliza el brazo robótico de la Nasa (“No lo robé, lo tomé prestado”) para pillar las comidas envasadas de la caja y ponerlas sobre la mesa… ¡lástima que tarda 28 minutos en hacerlo!

Y Sheldon tendrá –a instancias de Penny- su primera cita romántica.
Todo el desarrollo adquiere ribetes desopilantes.
Sin caer en humor escatológico ni golpes bajos, apelando a la inteligencia (que les sobra a estos increíbles científicos pero también a los autores de la serie) los planteos desde la matemática (“¿Cuántas veces con cuántas parejas distintas tuvo sexo Penny?”) parecen hallar un nuevo camino para enseñar números y ser divertidos a la vez.
No puedo contar más, porque siempre dicen en casa que soy un tarado total que cuenta todo el argumento y la gente se enoja conmigo.
Así que dejo el link para el que no tenga paciencia de esperar que llegue en Warner estos capítulos de la cuarta temporada.
Vermuth con papa fritas… O queso con aceitunas y un buen Malbec 2008. Salud, y good show (gracias, Tato).
http://www.seriesyonkis.com/capitulo/the-big-bang-theory/capitulo-01/82143/

jueves, 16 de septiembre de 2010

Cuando Larralde le cantó a Misiones

Es una canción al estilo de José Larralde.
Lenta morosa y sentida.
Pero una maravilla, vea.
Un tipo que tiene esa claridad puede decir lo que quiera
Siempre será respetado.
En esta ocasión, Yerba y olvido describe a mi provincia (Misiones) como sólo un gran poeta puede hacerlo.
Que tendrá (Misiones) mil tonos de verde... no hay dudas.
Que tendrá la mayor pobreza de la Argentina, tampoco.
Y así entre una y otra realidad, el tema describe toda esa dualidad que solemos padecer los que siempre vivimos aquí.
Está en el disco Cimarrón y tabaco... una obra que ya destaqué en otra ocasión por la calidad compositiva (una auténtica opera-folk,como hay pocas en el mundo).


Yerba y olvido




Surco abierto, sueño largo, tierra roja y malezal, mandiocal, yerba y olvido,
misionero por demás, te conozco desde siempre, y aunque no entiendas mi andar,
el grito que Dios me a dado, pa´ tu silencio será.

Surco abierto, sueño largo, tierra roja y malezal, mandiocal, bofe y miseria,
repartida en el jornal.
Bracero, miseria, tristeza en los ojos y el hueso pa´ que me sirve la vida.
Pa´ que me sirve la muerte Pa´ que me sirve ser hombre y no verte
Bracero de la tristeza.
Hay un pago en el mundo, donde todo es verde, donde todo es bello,
donde rugen las aguas, donde besa el aire, donde nace el cielo,
donde reina el plumaje, y exhalan las flores perfumes eternos,
hay un pago en el mundo, donde llora el hombre, con sabor a hiel.

Hay un pago en el mundo, misionero macho, chipa y terere,
donde ley es trabajo, Y quien cincha de abajo revienta de pie.


Surco abierto, sueño largo, Tierra roja y malezal,
mandiocal, yerba y olvido, misionero y por demás.
Hay un pago en el mundo, donde todo es verde,
donde todo es bello, donde rugen las aguas,
donde besa el aire, donde nace el cielo,
donde reina el plumaje, y exhalan las flores perfumes eternos,
hay un pago en el mundo, donde llora el hombre,
con sabor a hiel.
Hay un pago en el mundo, misionero macho,

chipa y terere donde ley es trabajo, Y quien cincha de abajo
revienta de pie.

martes, 14 de septiembre de 2010

Sergio Marchi: la claridad conceptual del rock

Tuve la oportunidad de conocer a Sergio Marchi en una feria del libro.
El evento que se hace en la Rural de Palermo tiene sus características magnificentes.
Bueno, ahí andaba él dando una especie de talleres para aprender a escuchar y apreciar rock nacional.
No es poca cosa.
Los pibes en su mayoría lo escuchaban con atención y era muy interesante.
¿Cómo hacerlo? Simplemente con un equipo de música y un montón (en esa epoca) de CD. El tipo abría la tapita de la compactera e iba haciendo oir y bajaba algunas líneas.
Entre otras cosas, es un biógrafo-ayuda de Charly García de sus épocas más locas y malas. ¡Y hasta se dio el gusto de tocar la batería para Charly cuando falló el titular!
Ese es, pues, nuestro hombre. Un tipo sencillo y para nada creído en sí mismo pese a haber estado con "monstruos" tales como los que nombré antes.
Pero cuando ocurriera el "desastre Cromañón" (el diario La Nación sigue citando el nombre del boliche de Once con su denominación en latin, un detalle apenas), Sergio Marchi fue una de las voces más claras al respecto del mal llamado mal llamado "protagonismo" de algunos espectadores que asisten a los recitales.
Ese mismo año, con mi hija habíamos asistido a un recital de Attaque 77 en Mar del Plata y sentí miedo al ver lo que sucedía. Y diez meses después pasaba lo de Cromañón.
Creo que vale la pena recordar lo que escribió Sergio Marchi con motivo de esa nueva raza de "protagonistas". No son excluyentes del rock. Los hay en el fútbol y en la cumbia también por decir dos ambitos bien delimitados. Pero creo que vale la pena identificarlos.
Ahí y espero que se pueda apreciar lo que con tanta capacidad de análisis este sorprendente escritor describe.

El rock perdido

Sergio Marchi


El rock argentino inició su andar en los años 60 contraponiéndose a la chatura que venía revestida en un envoltorio caracterizado como “ser nacional”. La idea era ser diferente, respetar y hacer respetar el derecho a la diferencia y también buscar la iluminación a través de la música y las ideas que ésta ponía en marcha. Y una de ellas era que uno no estaba obligado a ser como “el rebaño”: no había porqué resignarse al mandato de una sociedad que impone domingo obligatorio de lavar el auto, tallarines, vino, cancha, pelea y algunos otros ritos que un joven estaría en todo su derecho de no desear.
(…) Casi cuatro décadas más tarde cierta parte del rock parece imponer el idea social de un barrabrava: los trapos, las bengalas, el alcohol a mansalva, las drogas como pose de macho contravencional o como anulación del pensamiento. Elegir un buen libro en vez de la cerveza en la esquina será merecer epítetos como “careta”, “vigilante” o “amargo”.
El rock solía ser un vehículo que transportaba toda clase de ideas que es el objetivo fundamental del arte y el rock lo es. Dio ese examen en los 60 y lo rindió con sobresaliente. Y el arte lo hacen los artistas, no el público. Es allí donde aparece más claramente el cortocircuito: lo que sucede hoy es buena parte del rock nacional es que es el público el que parece dictar qué es lo que deben hacer los artistas y éstos presionados por la masa, vuelcan su estilo hacia lo que la gente exige escuchar: historias donde el único escenario posible es un barrio, la mayoría de las veces, muy sórdido; aventuras de marginales donde el alcohol es el combustible obligatorio y donde la libertad es simplemente hacer lo que uno quiere sin preocuparse por los demás. Una mirada triste, egoísta, resignada, sin vuelo: mediocre.
Se trata de un canto que tiene su origen en el momento en que el “chabonismo” comenzó a meter sus pezuñas en el inconsciente rockero. De ahí se desprende uno va a los recitales a gritar como un desaforado, más que a recibir algo que nos ilumine la existencia. (…) de ese modo, el rock establece un link directo a Rodolfo Zapata y su “no vamo’ a trabajar”, diversión sana e inocente que representa la mediocridad a la que el rock enfrentó desde los albores de su nacimiento y de lo que ahora parece ser socio.
Y cuando en un exceso de demagogia y vagancias de ideas el rock “se baja” de su lugar para simular pertenencia, el público cobra un protagonismo que no le corresponde, como si pagar una entrada para “ser” el espectáculo y no para formar parte de él en su justo lugar: como espectador.
En la actualidad parece imperar en el público de rock un concepto que indica que la entrada debería ser gratuita y que el acceso a un recital ya no el pago de un boleto otorga el derecho de hacer cualquier cosa. De hecho, es común que en los recitales haya desmanes en la puerta, porque se juntan unos cientos que presionan para entrar gratis. Y en ese contexto es cuando aparece gente que piensa que tirar una candela en un lugar cerrado es parte del normal festejo de un recital, y no una actitud criminal que puede terminar, como lamentablemente lo hizo, en una tragedia. Así parece haber sucedido en Cromañón. Más allá de quién efectivamente haya tirado la bengala, de los dueños de los lugares y de las autoridades municipales y de seguridad, hay otras responsabilidades y le competen al público y a las bandas. Y nadie parece hacerse cargo.
(…) En las marchas organizadas por familiares de las víctimas, sobrevivientes o simples jóvenes identificados con los que allí murieron por una cuestión de pertenencia (más por edad que por estrato social, más por ser fans de Callejeros o bandas similares que por ser consumidores musicales que exigen reparación de sus mancillados derechos) hay una consigna en común que es cuanto menos, miope. Aunque mirada al costado de una cuestión que les atañe de cerca. Porque piden justicia y tienen toda la razón, pero una mirada al futuro debe implicar para todo aquel vinculado con el rock, una mirada hacia dentro. “No los mató la bengala, no los mató el rocanrol” es un modo de invitar a que la historia vuelva a repetirse. No parece haberse aprendido nada. Y lo peor es que la consigna parecería prohijar un próximo recital de rocanrol lleno de bengalas, por supuesto. No se discute que, como dice aquel cántico, la corrupción jugó un papel fundamental en la tragedia. Pero no fue lo único que provocó el hecho: la responsabilidad individual también cuenta.
Lógicamente, el rock como cuerpo social se siente atacado por varios buitres de la política y de la sociedad que ven la oportunidad de acabar con algo que siempre les molestó. Y es lógico que se defienda, pero es completamente irrazonable que no se haga cargo de sus propias desviaciones y defecto, porque de esa manera atenta contra la supervivencia. Claro que el rock no mató a nadie, pero lo que los chicos llaman rocanrol es la mecha que va del fósforo a la candela que, hay que decirlo con todas las letras, sí mató a los muertos de Cromañón. Tal vez sea más preciso decir que fue la mano que encendió la mecha asesina de tantas vidas pero la bengala como símbolo de ese rocanrol es responsable también de generar las condiciones para que Cromañón sucediese. Era un accidente que estaba esperando su oportunidad para acontecer y constantemente se le venían sirviendo en bandeja. Quizá lo ilógico haya sido que no haya acontecido antes

Sergio Marchi
Es escritor, músico y docente sobre la historia del rock nacional.
Escribió Say no more, la biografía autorizada de Charly García.
El rock perdido es su nuevo libro. Será editado por Le Monde Diplomatique y Capital intelectual.
Se reproducen algunos párrafos de un capítulo del mismo

lunes, 13 de septiembre de 2010

Córdoba: entre Walt Disney y China

Estuve en Córdoba días atrás. Fue en un Congreso de Crea, una entidad privada que trabaja con productores agrarios. Es decir, con gente del campo.
Y había un montón de gente. No pueden darse una idea.
Pero mejor aún era conocer el Domo. El estado Orfeo, un orgullo de la capital mediterránea.
Ahí mismo, donde el bueno de David Nalbandian quería jugar la final de la Davis que perdimos gracias al amigo Del Potro. (¡Gracias, Martín, nunca te lo agradeceremos lo suficiente!).
Y ahí mismo, cerraron dos o tres tribunas e igualmente estaba abarrotado de gente. (Lo cerrado son esas tiras que se ven en la foto que cuelgan del techo: eran las tribunas que no estaban habilitadas para la gente).
Igual eramos tantos que eso parecía China... gente y más gente. Los que estaban chochos eran los hoteleros.
Y afuera, la flauta... que hacía frío.

Había que recorrer unas explanadas a la intemperie.
Y se cruzaba unos puentes -con el tráfico abajo- y luego se accedía a la entrada del Orfeo.
Y hacía 1 ó 2 grados. "En las serranías está nevando", dijo uno de los asistentes que era del lugar.
Bueno, una noche al salir, se me ocurrió repetir aquella frase que se atribuye -malamente, debo aclararlo- a Walt Disney.
Y bueh! Son las fábulas urbanas que circulan. Pero qué se le va a hacer.
"Así nomás, es", dijo el que la tenía torcida.
¿Y cuál es esa famosa frase?
"Mierda que hace frío", dijo Walt Disney
Fin... y perdón...

¡Es Linda, no Katy... Perry!

La música pop recibió un reciente envión de una muchachita bella y saltarina que vende salud. Una piel y una juventud dignas de admiración y típicas de cualquier chica californiana.
Ella -para darle un poco dramatismo a esta historia- es hija de padres evangélicos militantes. Esto es, sus progenitores son pastores.
Pero la chica que desde pequeña se destacó en el coro, saltó el cerco y se abrió "campo ajuera", como dirían los hijos de Fierro.
Bueno, pero entonces, ¿qué hace LINDA -que no es Katy- en esta foto de ahí al lado?
Pues porque ayuda a la confusión.
Katy Perry NO es el motivo de esta entrada.
Era simplemente para deslindar responsabilidades.
Igualmente como quedan ganas de conocerla, ahí va una imagen de la más joven y bonita. Ahí se la ve promocionando uno de sus temas.
Vaya paradojas... Linda no es 'tan' linda como Katy.
Pero no importa.
Linda integró una banda de mujeres que se llamó Four Non Blondes (Cuatro no rubias) o un juego de palabras porque el nombre real era 4-Non-blondes (algo así como 'para no rubias').
En fin, la chica ha declarado su lesbianismo militante.
Pero lo notable es su escasa -ero de altísima calidad- obra.
Linda escribe y canta. Toca guitarra y piano  y tiene UNA voz desvastadora.
Tiene una voz profunda y conmovedora de a ratos.
Por momentos recuerda a Janis Joplin.
Sólo por momentos, aclaro.
Pero vale la pena tenerla en cuenta. A Katy si tiene una sobrina que le gusta la música (aunque a la mía le gusta más Tokyo Hotel) y a Linda, si le gusta la música, simplemente.
Estas mujeres pero en especial Linda merecen esta entrada.
Más de uno recordará What's up, el clásico de los inicios de los 90. Eso era con 4 Non Blondes.
Pero acá les dejo el link para escuchar algo de su etapa solista (tiene dos CD propios)
Y realmente conmueve la calidad
Se llama Fill me up y ahí está. Que les aproveche...!
http://www.youtube.com/watch?v=TFtKFOY1kTU

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Stevie toca esta noche con Pappo

Stevie Ray Vaughn fue un guitarrista de blues blanco. Nació en Texas y murió joven.
Tenía apenas 36 años.
Pero no fue por drogas ni excesos.
Apenas, falló el helicóptero que lo llevaba y el piloto "se comió" una pista de esquiar y allí se terminó todo.
Recuerda -en cierto sentido- a Ritchie Valens (o Valenzuela), aquel famoso cantante de los Lobos que hiciera La Bamba.
En este caso, se trataba de un "campero". Un tipo del sur estadounidense con todas sus particularidades: le gustaba tocar con sombrero y sus dedos cargados de anillos.
Pero qué importaba eso.
TEnía una voz soberbia, algunos estiman que superior aún, al buen inglesito de Eric Clapton.
Y claro, esos dedos. No soy un técnico.
Me guío simplemente por el olfato y los sentidos: lo que me gusta, me gusta. Y chau.
Y Stevie me gustó siempre. Conseguí los dos CD que había en la disquería, uno en Eldorado y otro en Posadas. No defrauda ninguno.
Impresiona su cover de Little wing (pequeña ala) un tema de Jimmy Hendrix.
Está en youtube (una de las tantas versiones) en
http://www.youtube.com/watch?v=zAG-kX_IlUw
Suerte!